„Profeta – dije-, ser maligno,
pájaro o demonio, siempre profeta,
si el tentador te ha enviado,
o la tempestad te ha empujado hacia estas costas,
desolado, aunque intrépido,
hacia esta desierta tierra encantada,
hacia esta casa tan frecuentada por el honor.
Dime la verdad, te lo imploro.
¿Hay, hay bálsamo en Galaad?
¡Dime , dime, te lo ruego!“
El cuervo dijo: „Nunca más.“